Lugares en la CDMX que puedes sentir como las calles de París
Caminar por la CDMX es un sueño de muchas texturas, colores, aromas y gustos; cada que se pasea por las calles de esta caótica región el alma se ensancha, el corazón se acelera y la imaginación se hace tan grande que nada más cabe en el mapa. Vivir aquí es respirar a diario con la misma emoción de un enamorado que pierde el aliento frente a su obsesión.
Llamar a este sitio hogar es moverse siempre con adrenalina en las venas, con pasión en la mirada. ¿Acaso tenemos algo que envidiarle a otro sitio en el mundo? Definitivamente no.
La Ciudad de México es tan ecléctica y universal como su historia le ha permitido. Desde la llegada de los españoles hasta ya entrado el siglo XX, las transformaciones de la urbe se dieron permiso de construir una identidad mexicana a partir de la influencia europea y cosmopolita que cada extranjero llegado al país proponía.
Vestigio de todo esto son los palacios y calles que todavía adornan el sentimiento de la capital; si se pone atención es posible observar en ellos no el tránsito de estilos meramente españoles, sino una mixtura de formas continentales que encuentran su principal rasgo en la tradición francesa y demás sutiles extravagancias de la historia ancestral.
En una afición completamente americana por suspirar ante todo lo que provenga del Viejo Mundo y deslumbrarse por cualquier tendencia que involucre la sofisticada cultura de los antiguos reinos, viajar a Francia o pretender que ésta es lo mejor que pudo haber ocurrido para darle sentido a los conceptos de exquisitez y belleza, es un común denominador. Pero no hace falta soñar con esas realidades cuando se es un habitante de la capital mexicana.
Recordando dos momentos históricos que son clave para esa peculiar estética de México que mencionábamos antes, especialmente la de sus calles y recintos citadinos, podemos mencionar que el Imperio y el Porfiriato fueron esos capítulos que afrancesaron al paisaje nacional. Como si en esta misma tierra hubieran rodado las cabezas de Luis XVI y Marie Antoinette, marchado las tropas contra el régimen conservador, nacido Francois Truffaut o impactado Chanel con sus revolucionarios diseños, hay ciertos rincones que transportan por completo a la Ciudad de la Luz sin dejar el suelo que hoy nos acoge.
¿Qué lugares entonces hay que visitar para experimentar ese México-París?
El Castillo de Chapultepec
Ideal para una historia de amor en medio de la ciudad. La realeza que allí vivió no era francesa ni nada por el estilo, pero ¿acaso no es lo primero que nos hace pensar? Este mágico sitio en medio de un bosque relativamente urbanizado es el ideal europeo en México. Increíble para caminar por horas y sentarse a platicar en cualquiera de sus rincones; incluso un picnic no es mala idea.
Paseo de la Reforma
De esa avenida increíble que en un principio fue diseñada para conectar el Palacio Imperial con el Castillo de Chapultepec y que Carlota pudiera ver siempre el carruaje de Maximiliano durante los traslados, hoy sólo queda el trazo perfecto y la clase irrenunciable. Actualmente se encuentra llena de restaurantes, hoteles y tiendas que le hacen uno de los caminos más cosmopolitas de la capital.
La Alameda Central
Nada como salir muy temprano o muy tarde a caminar por la Alameda. Sus pasillos marcados por diversas áreas verdes, esculturas clásicas, fuentes que retoman el estilo francés de la época que le vio nacer, farolas y una sobrenatural tranquilidad, hacen que a cada paso uno crea que la capital francesa nos ha tomado entre sus brazos. ? El Palacio de Bellas Artes Ubicado en el centro de la ciudad, este teatro de relevancia extraordinaria fue encargado por Porfirio Díaz con el fin de celebrar el centenario de la independencia mexicana; la obra arquitectónica, conjugada por Art nouveau y Art Déco, evoca sin lugar a dudas un recinto parisino propio de la blanca y deslumbrante cultura europea.
Palacio Postal
También en el Centro Histórico y producto de la vista inigualable de Adamo Boari, arquitecto fundamental en la creación mexicana, es un inmueble de características cambiantes y únicas. Retomando elementos de los grandes palacios franceses de la época, la oficina central de correos es una joya que te hace sentir en una importante creación de la vieja Europa.
Palacio de Comunicaciones y Obras públicas
Actualmente, este lugar alberga al Museo Nacional y es sede de las más importantes exposiciones de arte nacional y extranjero; situarse en las afueras del inmueble dan la sensación de estar paseando por uno de los barrios más importantes de Francia. Lo mejor es que no es necesario tomar ningún vuelo o pagar fortunas por tener acceso a dicho sitio, México también cuenta con escenarios imponentes.
Metro
Hasta aquí, se puede hacer de hecho un recorrido inigualable desde el Eje central hasta la calle de Tacuba con un café en mano, el cielo nocturno como cobijo y un detalle bastante significativo en el paisaje urbano: una entrada del metro a un costado de la Alameda, la cual fue donada por la República francesa y es una réplica de los accesos parisinos al mismo sistema de transporte.
Edificio Boker
Lo que es tremendamente conocido hoy como la esquina del Sanborns, en alguna época ?en 1900, específicamente? fue casa de una de las firmas más importantes de ferretería. Con muros de cantera y una combinación de colores excepcional, este palacio dedicado desde siempre al comercio es un símbolo de ese México que se inspiró en París por años para crear una atmósfera única.
La Mexicana y El Edificio de la Esmeralda
Justo en la esquina que se forma con la calle de Madero e Isabel la Católica se encuentra este lugar compuesto por dos edificios que son emblemáticos para el centro de la ciudad; el primero es ocupado hoy por una tienda de ropa y el segundo tanto por una tienda de entretenimiento como por un museo. En ocasiones es posible subir a la terraza de este último y conseguir fotos maravillosas que te harán sentir en el lugar más romántico del mundo.
Teatro de la Ciudad
Recinto cultural de inspiración romana y francesa, es muestra también de los intereses parisinos de Porfirio Díaz por conformar nuestra mirada con mucho más mundo de lo que alguna vez se imaginó. Para visitarlo no es necesario acudir a un concierto o un evento especial, basta con ir del brazo de la persona amada y admirar su belleza nocturna.
Hacer un comparativo entre México y París es un absurdo; ambas naciones cuentan con una historia rica en hechos, tradiciones y legados, si se encuentran estos vínculos es porque ambos países están conectados por la cultura y la política. La mirada parisina que podamos tener en CDMX no atiende meramente a ese destino europeo, es un sello por completo mexicano que se supo nutrir de los acontecimientos mundiales y hoy más que nunca nos demuestra su importancia y singularidad. Para continuar con el tema, visita Planes perfectos si sólo pasas un fin de semana en París y El ridículo día en que los parisinos se comieron a los animales del zoológico.