Hacia el control militar de la seguridad pública
Se viene multiplicando exponencialmente la intervención militar en tareas policiales. De seguir así la tendencia, en un futuro cercano los militares habrán tomado el control de la seguridad pública en México.
Hay quienes creen que la militarización de la seguridad pública es reciente. Los hay también quienes han estudiado la historia de la seguridad en México y afirman que los militares siempre han estado más o menos presentes en funciones policiales. Lo cierto es que los últimos veinte años se conjugó un doble proceso a una velocidad sin precedentes; por un lado, el debilitamiento de las instituciones policiales y, por el otro, la multiplicación del despliegue militar.
“En el Informe del Resultado de la Fiscalización de la Cuenta Pública 2014, la Auditoría Superior de la Federación indicó que del periodo del 2007 al 2013 los operativos de la Sedena en el país tuvieron un incremento del 372.7 % al pasar de 11 en el primer año a 53 a la fecha del corte de la información. Precisó que el número de militares desplegados en promedio mensual se incrementaron [sic] en 69.9 %, al pasar de 45,085 elementos militares desplegados en promedio en el 2007 a 76,613 en el 2013”.
En el 2012 había 75 bases mixtas destinadas a seguridad pública con 1,680 militares asignados; para el 2016 eran ya 142 bases con 3,386 uniformados. A inicios de la administración de Peña las bases estaban en 19 entidades del país, ya en el 2016 la presencia se había extendido a 24 de ellas.
En otro ángulo, conviene recordar la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad 2016, donde se halló que las fuerzas armadas merecen alguna o mucha confianza por parte de más del ochenta por ciento de los entrevistados. La Marina de hecho se acerca al noventa por ciento. En cambio, las policías estatales y municipales merecen algo o mucha confianza solo por parte de la mitad de la población entrevistada o aún menos, colocándose la policía de tránsito en el mínimo de cuarenta por ciento. No hay novedades, las fuerzas armadas y las policías estatales y municipales se han ubicado siempre en el extremo superior e inferior de la confianza, respectivamente.
Es peor, los policías no son confiables para la gente pero muchos tampoco lo son para la propia autoridad. Información reciente ha confirmado que decenas de miles de policías realizan la función sin ser aptos para ello, según los estándares oficiales de control de confianza.
A tal punto se ha invertido en esta doble operación que al día de hoy casi nadie cree siquiera posible la profesionalización policial, mientras que la gran mayoría confía en los militares, incluso más allá de la evidencia como ésta. Los costos de la militarización son prácticamente inexistentes a cielo abierto, gracias a un fenómeno que la teoría de la comunicación llama “lealtad más allá de la razón”.
Quien así lo haya planeado ya lo logró: México está en la antesala del posible control militar de la seguridad pública en México. La propuesta de ley de seguridad interior camina hacia allá. La mesa está puesta.