80% de los adolescentes no realiza actividad física, alerta la OMS
Los beneficios de la ejercitación física son sumamente conocidos. Desde la mejora de la condición y aspecto físico hasta la interacción social, también influye positivamente en el aspecto psicológico. Al aire libre o bajo techo, jugando o practicando profesionalmente, y con una mayor o menor duración, los especialistas recomiendan incorporar este hábito saludable desde la niñez, de manera que se vuelva algo natural y cotidiano, y mejore la calidad de vida de los futuros adultos.
Sin embargo, así como entrenar con regularidad genera una amplia lista de beneficios, el sedentarismo supone lo contrario. La falta de actividad física es un factor de riesgo considerable para las enfermedades no transmisibles (ENT), como los accidentes cerebrovasculares, la diabetes y el cáncer. La Organización de la Salud (OMS) profundizó en este punto para alertar acerca de la dejadez general: en muchos los países la costumbre de mantenerse activo va en descenso.
“En el ámbito mundial, el 23 por ciento de los adultos y el 81 por ciento de los adolescentes en edad escolar no se mantienen suficientemente activos”, comunicó el organismo sanitario. Con motivo de revertir esa situación, lanzaron un Plan de acción mundial para la prevención y el control de las ENT 2013-2020. En él se hace un llamamiento a reducir en un 10 por ciento la inactividad física con miras a 2025, lo que también contribuirá a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Entre las distintas medidas, el punto central radica en los entornos favorables y el apoyo de la comunidad. Las políticas urbanas y medioambientales tienen un enorme potencial para incrementar los movimientos de la población. Los entes gubernamentales deberán fomentar la actividad en lugares de trabajo, disponer en todas las escuelas de instalaciones y espacios apropiados, garantizar la accesibilidad y seguridad de la movilidad a pie, bicicleta o cualquier otro transporte.
Junto al llamado de atención, la OMS lanzó una serie de recomendaciones sobre la cantidad mínima de actividad para incluir en rutina diaria de modo de mejorar la salud en todos los grupos etarios.
Personas de 5 a 17 años: deberían realizar 60 minutos de actividad física vigorosa. Será mucho mejor, si superan dicha cantidad.
La intensidad refiere al ritmo, al esfuerzo que se emplea. Caminar, bailar o las tareas domésticas son ejemplos de actividad moderada, mientras que otras disponen de una grado vigoroso, como correr, andar en bicicleta, nadar o levantar mucha cantidad de peso.
Personas de 18 a 64 años: a quienes integren esta franja etaria se les aconseja practicar al menos 150 minutos semanales de actividad moderada en periodos inferiores a los 10 minutos.
Personas mayores de 65 años: deben mantenerse tan activos como se lo permita la salud. Lo ideal sería realizar ejercicios tres veces por semana para mejorar el equilibrio y evitar las caídas.
Para todas las edades, el objetivo es ir incrementando gradualmente la duración, frecuencia e intensidad.
LOS MÚLTIPLES BENEFICIOS
Una rutina regular ayuda a mantener un cuerpo sano. Las personas físicamente activas mejoran el funcionamiento del sistema muscular y cardiorrespiratorio; la salud ósea y funcional; tienen tasas inferiores de cardiopatías coronarias, hipertensión arterial, accidentes cerebrovasculares, diabetes, cáncer y depresión; tienen un menor riesgo de caídas y fracturas de cadera o columna.
Toda actividad, ya sea para trabajar o desplazarse caminando o en bicicleta, o como parte de actividades recreativas, supone un fruto para la salud. Cualquier movimiento corporal es considerado actividad física, no solo los deportes o duros entrenamientos en gimnasios. Jugar, caminar, bailar o realizar los quehaceres hogareños, entre otras son opciones saludables.