Espectaculares fachadas que se mantienen incólumes en las calles de la Ciudad de México.
La fachada de un edificio es el primer acercamiento estético que confiesa el valor arquitectónico del mismo. Se trata de diseños ex profesos, que fungen como portadas delatadoras de una historia artística y meramente ornamental. Las fachadas son las caras de cualquier edificación, y al ser tan asequibles para con el público, resulta pertinente que sean tan esplendorosas. Cada detalle decorativo habla de cómo las fachadas de una construcción constituyen la parte más importante de una estructura como los edificios. Aquí algunas de las más hermosas de la ciudad:
Casa de los Azulejos

 
El también llamado Palacio de los Condes del Valle de Orizaba es un edificio ubicado en el Centro Histórico. Su construcción data de la época colonial, su fachada está cubierta de azulejos de talavera poblana. Es uno de los edificios más emblemáticos del centro de la ciudad, además de una joya arquitectónica y un referente del barroco novohispano.
Cámara de Diputados

El proyecto corrió a cargo del arquitecto Mauricio de María Campos, bajo la orden de Porfirio Díaz. Lo que solía ser un teatro, pasó por una gran remodelación de fachada. Arcos, columnas y vitrales evocan los espacios legislativos de la antigua Grecia.
Palacio de Bellas Artes

Sin duda una de las obras más hermosas de toda la capital. El arquitecto Adamo Boari logró yuxtaponer en la fachada de mármol estilos como el Romanticisimo, Art Decó, Art Nouveau y Neoclásico. Si bien el aspecto de la construcción hace alusión a corrientes europeas, se intentó nacionalizar la fachada con esculturas prehispánicas.
Museo de Geología

Un majestuoso edificio porfiriano ubicado en el centro de la colonia Santa María la Ribera. Está construido de cantera proveniente del Estado de México. Su fachada es de ignimbrita, un tipo de roca volcánica. Se decora con figuras de fósiles de peces, conchas y reptiles.
Parroquia Verbo Encarnado y Sagrada Familia

Obra del arquitecto Manuel Gorozpe. La construcción fue respaldada y supervisada por los jesuitas en 1910. Responde a un estilo Neogótico y Neorrománico, y cuenta con grandes y hermosos vitrales.