Ira social…y las pelotitas de Peña
- Estallidos ciudadanos por gasolinazo
- ¿Y el Presidente? ¡Jugando golf!
No es la primera vez que lo hace Peña Nieto: cuando hay un conflicto social grave en el país, se va a jugar golf. Prefiere pegarle a las pelotitas que enfrentar la ira ciudadana. Mutar en avestruz.
Lo hizo el 27 y 28 de septiembre de 2014, cuando el entonces procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, le avisó que en Iguala se registró un enfrentamiento entre policías y estudiantes de Ayotzinapa. Que había muchachos muertos y también desaparecidos. Peña Nieto lo oyó, más no lo escuchó, y durante dos días consecutivos, jugó golf en su lugar favorito: el Club de Golf de Ixtapan de la Sal.
Rodeado de sus amigos. Arropado por los suyos, mientras Iguala ardía. (Más detalles en el libro EL DERRUMBE. Martín Moreno. Edit. Random House. Cap. Ayotzinapa, la herida que no cierra. Pg. 85).
Hoy, Peña lo volvió a hacer:
Ante la furia social -inevitable e incontenible- por el brutal aumento de precios en las gasolinas, el Presidente prefirió huir y volver a encerrarse en su jueguito preferido: el golf, ahora en Mazatlán; optó por las pelotitas en vez de hacer frente a lo que hoy vemos por todos lados: un país encendido por las protestas sociales debido al gasolinazo.
Un estadista no estaría jugando golf mientras los ciudadanos protestaban, prácticamente, en todo el país. Un estadista hubiera enviado un mensaje en cadena nacional intentando explicar el gasolinazo, las causas, las consecuencias, los atemperantes. Un estadista habría cancelado sus vacaciones y encabezado reuniones emergentes de gabinete ante las amenazas de revueltas sociales.
Pero se nos olvidaba:
Enrique Peña Nieto no es un estadista. Simplemente es un político priista mexiquense, que gracias al dinero y a la televisión llegó a Los Pinos. No siente. No vibra. No entiende. Peña, con sus pelotitas de golf. Ciudadanos, con la angustia que viene para el recién nacido 2017.
Las protestas sociales no son menores: la llama de la inconformidad prendió desde las primeras horas del uno de enero, en Querétaro, con la autopista bloqueada. De allí, sobre la pólvora del descontento, se extendió hacia 28 estados.
La ira popular no es para soslayarla:
Ciudadanos, transportistas, organizaciones sociales y campesinas, se han levantado en protestas en casi todo el país.
50 bloqueos se tenían registrados hasta el martes 3. Los distintos bloqueos, sucedidos en el país, se dieron en carreteras, diversas marchas, plantones en las instalaciones de Pemex, lo cual ha desatado el enojo de la ciudadanía ya que este aumento no solo golpeará el bolsillo de los mexicanos, sino que se espera que por consecuencia, aumente la luz, así como el transporte público, con lo cual se espera una inflación en los próximos días en otros rubros de la economía.
"Las protestas se realizaron en Chihuahua, Morelos, Estado de México, Guanajuato, Veracruz, Coahuila, Nuevo León, Colima, San Luis Potosí, Quintana Roo, Puebla, Sinaloa Guerrero, Jalisco, Hidalgo, Zacatecas, Tamaulipas, Chiapas, Michoacán, Campeche, Sonora, Tlaxcala, Durango, Oaxaca, Yucatán, Nayarit, Tabasco y Baja California”, reportó la periodista Erika Araujo a través del portal iVital.mx.
En la ciudad de México ya se han dado enfrentamientos entre manifestantes contra granaderos, Policía Federal y Policía Antimotines: jóvenes detenidos en Iztapalapa, así como en la carretera México-Toluca; en Guadalajara se lanzaron gases lacrimógenos para dispersar a ciudadanos sobre avenida Independencia.
Es la advertencia hecha realidad del gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, el pasado 24 de noviembre: “México debe prepararse para un choque profundo”. Hoy queda claro por qué lo decía Carstens. Y también es clara la razón de porqué prefirió anunciar su retiro del Banxico, en lugar de estar ligado a una política económica de brutal castigo a millones de bolsillos. Carstens lo vio venir, lo alertó…y se fue.
El mayor contrapeso de la política económica peñista (Carstens), se va en julio a Suiza, a la tranquilidad de Basilea, donde no hay Peñas ni Videgaray. Los mexicanos, encendidos en su furia contra el gobierno. Y Peña Nieto, jugando golf.
Hoy por hoy, México es un país a la deriva, sin liderazgo. Del triunfalismo peñista al peñismo derrumbado, se entra con ira e incertidumbre al 2017, año en el que – no nos extrañe- podría encenderse la mecha y darse una insurrección urbana de grandes dimensiones, ante la insensibilidad financiera de un gobierno bajo la sombra de la corrupción, de la opacidad, del cinismo.
No en balde, cada vez son más los gritos que se fusionan en una frase que retumba y aturde por todo el país: ¡¡Fuera Peña…!! Por algo.